sábado, 20 de septiembre de 2008

Rutina

Por más que Taranga lo negara, Hobs y Rodríguez sabían que el Ramé era una fachada, una máscara para poder pasarse noches enteras de vigilia entre los discos viejos de Carlé y un buen whisky escocés, disfrutar de esas eternas discusiones sobre si la última decisión del General estaba bien o no, y qué haría en su próximo movimiento el partido, y si García estaba en condiciones de componer, y si esto y si lo otro, y al final de la noche la habitación era una sola nube de humo y el olor a tabaco y a alcohol era lo único que se respiraba y entonces no había más remedio que ir a buscar algo de café al bar de la esquina y buscar los abrigos y adivinar en dónde estaban las llaves (¿tenían llaves?), perdiéndose así los últimos vestigios de la noche, saliendo al mismo tiempo que el sol con los ojos casi cerrados y las cara como cuando uno recién se levanta, Carlé apoyándose en Taranga que con su cintura menuda y su cuerpo tan diminuto apenas si alcanzaba a sostenerlo Era ahí era cuando Rodríguez estallaba de la risa y Hobs se preguntaba por decimoquinta vez si no se habría vuelto completamente loco y si estaría o no abierto el café de madame. ¿Tendría alguien un cigarrillo?

lunes, 15 de septiembre de 2008

opus

Bubulina se llevó mi voz
al jardín aquel invernadero
se fue en sus alas de gorrión

y ahora, nocturna mi vigilia
soy un simple mensajero
un perdido trovador

luna mía, querida eres
tú, guardiana de lo verdadero
yo, trovador de su canción

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ayer

Fue "nosotros", pero eso ya pasó.
Fuiste yo, y yo fui vos
y al final, no somos nada.
¿Serás alguna vez?
¿O habrás sido,
para transformarte en aquella golondrina?
Mejor seamos, que aún hay tiempo.

martes, 9 de septiembre de 2008

Querida desconocida:

Recién vi a los hermanos del otro día, a esos chicos que me tocaron el timbre y me alegraron el sábado. Estaban parados afuera de un supermercado, acá a tres cuadras de mi casa. Uno de ellos (el más grande) tenía puesto el buzo que le regalé. Me saludaron con una sonrisa, un abrazo y un hola amigo que me hizo tambalearme otra vez, no sé por qué. Será la época, será que entre una cosa y otra que dos extraños conocidos me saluden como si fuéramos amigos de toda la vida me tiene algo paralizado, diría loco pero ya sería demasiado.
No sé lo que será, sólo que sé que si te tocan el timbre (y te lo digo una vez más) espero los invites a pasar, a ver si sentís lo mismo que me hicieron sentir a mi.

Sinceramente, Yo

sábado, 6 de septiembre de 2008

encuentro

Hoy vi dos ángeles.
Me tocaron el timbre a eso de las 5 de la tarde, yo estaba por irme. Eran hermanos (raro, nunca había visto ángeles hermanos) y tenían nueve y siete años. Me preguntaron si no tenía algo para comer y los invité a tomar una taza de nesquik y comer alfajores.
Es raro, uno espera harto impaciente a ver un ángel y recién cuando por fin lo ve se da cuenta de que no es como esperaba, de que son simples, parecidos y distintos a la vez de cómo los imaginamos (y los imaginamos tanto).
Mis ángeles no tenían alas, pero no importa, no les hacía falta. Tal vez mañana los veas, caminando de la mano, con una bicicleta demasiado grande como para que la usen. Te van a pedir algo para comer y espero que los hagas pasar y los invites a tu mesa, créeme, te va a hacer bien.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

sesenta y algo

Encendió un parliament y dejó que su nariz se perdiera en las confusas líneas que Jaques le había escrito aquella mañana, justo antes de dejarlo en la terminal y salir corriendo al departamento que habían alquilado juntos en el centro de Buenos Aires, a la vuelta de Retiro.
Receloso, pitó un par de veces y al instante un hermano querido que se iba haciendo más chico a medida que se alejaba del margen izquierdo de la hoja y perdía validez con el resto de la carta, al instante un gracias por dejarme acá, gracias por tu hospitalidad. Formalidades y pura mierda che, este pibe está loco. Y pensar que casi le había dicho de viajar juntos a Francia por los dos meses siguientes. Hubiera sido insoportable, Jaques era muy cerrado, cíclico, un tipo muy cliché que nunca paraba de hablar. Susan se lo había advertido, le había dicho que le iba a costar convivir con él después de tanto tiempo separados, que había cambiado mucho y que Jaques esto, y Jaques lo otro, y al final de lo único que estaba seguro era de que a Susan la separación la había afectado demasiado y a su hermano también y que por alguna razón que desconocía (casualidad no, no había tal cosa como casualidad) él había terminado en el medio -as usual- (...).

domingo, 24 de agosto de 2008

Pienso, sentado en el borde de mi ventana, la que da a tu jardín, pienso en vos, te dibujo con un pincel imaginario, te dibujo y te borro, y te vuelvo a dibujar, y con cada trazo que doy es algo nuevo que veo, es tu sonrisa, tus ojos o quizás algo que no puedo llegar a ver (o tu sonrisa, o tus ojos), y vos estás en tu jardín, y yo te miro sentado en el borde de mi ventana (que da a tu jardín) y otra vez pienso, te pienso, y te dibujo y te borro, y las líneas se deshacen, y yo estoy sentando en el borde de mi ventana, la que da a tu jardín, y pienso.