martes, 24 de junio de 2008

¿Psicodelia?

Hacía del amor el sexo y del sexo poesía y de poesía amor, y así se perdía todo en un círculo perfecto, inmutable, de una ataraxia infinita, inmortal, eterno, un vaivén de paciente impaciencia, que sólo él y Araudia podían llegar a comprender en aquel momento inigualable, cuando descansaban desnudos el uno sobre el otro, felices, sin futuro, sólos en el presente, saboreando cada segundo de ese vacío tan lleno que no entendían cómo podía suceder (y sucedía) pero que él sabía que terminaría en cuanto encendiera un cigarrillo y cruzaran unas palabras secas, que volverían a la noche y a la ventana del conventillo de la calle de enfrente y la brisa del parque y la luz de las estrellas que jugaban a las escondidas entre nube y nube y a lo cotidiano en su obscuro Logos, su inútil pérdida de tiempo que no tenía y que no pretendía tener (aún teniéndolo).

domingo, 22 de junio de 2008

Del rey imaginario

Una lágrima, única, cristalina, se hizo añicos sobre el suelo con un sonido límpido y claro. Muchos años habían pasado desde que se oyera algo más que un sollozo solitario entre aquellas paredes, entre aquellos muros La Corte ya no reía con él, ya no visitaba la cámara, ya no estaba. Se habían ido, todos, uno a uno, sin decir adiós, sin mirar atrás. Su corona ya no brillaba, ya no reía, como él, que no se movía, que no hablaba, excepto cuando miraba el mar. Le gustaba el mar, su eternidad, su belleza, su sonido, su olor. Y es que el mar y él eran parecidos: estaban sólos, en su inmensidad, en su prisión sin barrotes que cruzar, sin pan y sin agua, y a la vez sin hambre, sin necesidad de comer

miércoles, 18 de junio de 2008

Protestas, pero estudiantiles

Sé que se me hizo largo, pero léanlo, vale la pena.



Casi en un paralelismo con la situación nacional, pero por supuesto, a mucho menor escala, los estudiantes de 5to año del Instituto Nuevo Siglo empezamos hoy una protesta contra los directivos de la institución, en especial con la dueña de todo esto, Doña Elena la Terrateniente. Es necesario remontarnos a la primer instancia, ya un mes atrás, durante los primeros días invernales, para poder explicar nuestros motivos y el por qué las medidas tomadas para hacernos oír, para levantar la voz estudiantil.
Todo comenzó una fría mañana de Mayo. El Sol, cada vez más lento para levantarse, empezaba a molestar a través de la ventana, a tímidos rayos sin calor, escasos halos de luz. Como es costumbre la mitad del curso estaba inmersa en un ensueño infernal, ya sin esforzarse por escuchar la perorata interminable que con mucho ímpetu nos presentaba la Profesora de Lengua. Yo por mi parte me perdía en la ventana, sonriéndole al predio desnudo del club de Caio, sin pasto ya, pensando en todo menos en la aburrida fotocopia que descansaba sobre mi banco. A mi izquierda el señor Debaco no paraba de quejarse de su latoso dolor de cabeza, según el, gracias a una pérdida de gas en el calefactor del curso, a quien por ese entonces desconocíamos, pues nunca había sido encendido, nadie se había tomado la molestia de introducirnos. Pero ese día no fue como los anteriores.
Acérrimo seguidor del despelote, le aseguré a mi colega que no había pérdida de gas alguna, y que en caso de que yo estuviera equivocado, tendríamos que movilizarnos para que el súper equipo magistral del colegio lo arreglara. “¿Y cómo podemos saber quien tiene razón?”, preguntó el Sr. Debaco, con soberbia inocente y despreocupada. “Esperemos a que lo prendan, así vamos a ver quién de los dos está en lo cierto”, dije yo, y con esa simple respuesta, nos fuimos al recreo, libro de historia en mano, tratando de encontrar la manera de no adicionar otro uno a nuestra colección en los orales diarios.
Al día siguiente, gracias a un par de contactos que se movilizaron y a que el Preceptor es un tipo considerado (con un humor muy jodido), un muchacho de aspecto correntino entró al curso, papel en la diestra, encendedor en la siniestra, alegando que la Directora lo había enviado a encender el calefactor, ya que quinto año era el único curso que lo tenía apagado. Instintivamente una sonrisa se dibujo en mi rostro y codeando al Sr Debaco le señalé con la cabeza que se acercara al calefactor, para poder así terminar con nuestro pequeño debate. Luego de casi quince minutos de fallidos intentos por encender el vejestorio que suponían nos mantendría cálidos y cómodos, el Correntino logró encender la máquina, con una pequeña voluta de humo y un estallido que asustó a más de uno. Inmediatamente me agaché y acerqué mi nariz al calefactor, a fin de identificar algún tipo de pérdida. Tras un par de segundos, me incorporé y miré de soslayo a mi feliz oponente. Él tenía razón, había una pérdida de gas, pero no sólo, sino que la máquina no funcionaba como debía: en su máxima potencia emanaba un poco más de calor que en piloto. Un fiasco, un fraude... el inicio de una decepción.
Aquel día fue el inicio de una protesta que se prolongó, como ya he dicho unas líneas más arriba, ya treinta (30, por si alguien del I.N.S lee esto) días, y más aún. Es por eso que hoy, tal vez de una forma radical, para algunos por falta de atención, para otros, con bastante razón, acudí a las instalaciones ¿educativas? envuelto en el acolchado de mi cama.
Sí, señores, señoras, y otras criaturas que llegue a leer estas líneas, me senté en la hora de Geografía envuelto en un acolchado a cuadros, alegando que por causa de la falta de servicio y por no cumplir con las reglas que demandan el buen estado de las instalaciones del Colegio, me sentía obligado a llevar un acolchado para mantener mi cuerpo a una temperatura estable. Lo curioso, pero lamentable, fue que la Directora se dio cuenta de que tenía razón, pero no puso ímpetu en demostrarlo, sino que, al contrario, me gritó encolerizada que me sacara el acolchado de encima, que nuestro curso era (y es) un desastre y que esa no era forma de hacer las cosas. Por supuesto que cuando cerró el pico, hablando simple y claro, pasamos a explicarle la situación, lo que la encolerizó más, y terminó yéndose del aula refunfuñando por lo bajo (y por lo alto).

Compañeros, alumnos 1, Directivos 0.

lunes, 16 de junio de 2008

Cacerolazo

Se despertó Roca. Creo que no pasaba algo así desde los saqueos de hace poco menos de diez años: la gente con las cacerolas y las banderas cortando el centro (avenida Roca y Tucumán), los autos, filas interminables (diez cuadras), con las bocinas a más no poder, y en el medio un grupo de personas, grandes, no tan grandes, jóvenes, que arruinaba sus gargantas al grito de “¡el pueblo, unido, jamás será vencido!”. Lo gracioso de todo esto es que cuando los noteros de Aire Valle le preguntaban a los manifestantes el por qué protestaban, muy pocos respondían con coherencia. Creo que la gente sólo estaba ahí para hacer revuelo, para protestar contra el gobierno, no para pedir diálogo como se suponía que había que hacerse.
Me gustaría ver por una vez a la gente protestando y saber por qué protestan, tocando bocina y saber para qué la gastan.

Al menos no hubo violencia.

viernes, 13 de junio de 2008

alondra

Corriendo a través de las sombras
sin ver que maravillas trae el camino
con un puto cigarrillo entre los labios
me pregunto quién dirá que no corra
qué amigo ya viejo, como perro ladino
me dirá que desista, ya pasaron diez años
y yo sin saber que ahora eres una alondra
sin saber que ya no estás en mi destino
le ruego a Dios que me convierta por fin,
que me transforme en un canario

jueves, 12 de junio de 2008

¿Principio de desaparición? No

Sucedió muy rápidamente.
Estaba acostado, en el piso, la espalda apoyada contra el costado de una cama, la vista fija en el televisor, la cabeza... en otro lado. Atrás mío, sobre la cama, descansaba un amigo, y en la otra, apoyada contra la pared y formando una ele con el televisor y la cama de mi amigo, dos chicos más, ajenos a todo esto.
Fue extraño, muy extraño. Primero sentí como si se me hubiese dormido el pie. Está bien, me dije, es algo normal, me pasa seguido. Pero no se detuvo ahí. Muy pronto tenía las dos piernas completamente idas, no las sentía, sólo pude percibir un débil cosquilleo que subía hasta la cintura. Me di vuelta para avisarle al resto, pero al instante comprendí que no eran sólo mis piernas: mis brazos y mi lengua, todas mis extremidades, se habían ido, no podía sentirlas, y me molestaban. Muy pronto el corazón empezó a latirme muy rápido, tanto que me asusté, me asusté como no me había asustado en años. Me levanté casi de un salto y me acosté en la cama, tratando de calmarme, peor fue peor. Las imágenes se me sucedían como si fuera una película de fotografías viejas, de a flashes, cortadas. Por momentos perdía la noción del tiempo, y una vez boca abajo, la perdí por completo.
Traté de levantarme y tuve que pedir ayuda. Una mano me agarró de los hombros y me sentó. Me trajeron un vaso de agua pero no podía tragar, el corazón me latía con mucha rapidez, con mucha fuerza, tanta que pensé que iba a explotar, o al menos salirse de mi pecho con violencia y brusquedad. Las manos me soltaron y escuché la voz de una mujer que me susurraba al oído. Me pidió que me inclinara hacia delante. Obedecí como un cachorro amaestrado, sin muchas otras opciones que tomar, como una criatura dócil que no sabe qué hacer. La mujer me indicó que hiciera fuerza con mi cabeza hacia arriba, mientras ella empezaba a presionar hacia abajo. Me mantuve en esa posición durante unos quince segundos, hasta que me soltó y me dijo que me levantara. Obedecí y en cuestión de segundos mi corazón había vuelto a la normalidad, o al menos ya no trataba de saltar de mi pecho, de abrirse paso hacia fuera. Me tranquilicé, pero el cosquilleo seguía y el viaje recién empezaba.

Hoy estoy bien, pero no creo volver a tomar ese tren otra vez, ese no es mi camino.

domingo, 8 de junio de 2008

Como rayuela

Como rayuela, solía decir. Ahora me arrepiento de nunca haberle preguntado qué quiso decir, aunque sé que por más que hubiese querido no podría habérmelo explicado: era demasiado oscuro y pérfido como para sacarlo a la luz, aún cuando debiera haberme contado, después de todo, de mi trataban sus palabras.
Creo que ahora, al final, logro entender el significado de ese acertijo tan simple y a la vez confuso, de ese laberinto sin entrada, sin salida, al cual solo yo pude llegar y salir, tardándome un siglo, sí, pero saliendo al fin.

sábado, 7 de junio de 2008

Premios y Caminos

Bueno, para mis lectores (que últimamente crecieron en número (más de uno, je)), les cuento que Le dieron un premio al blog, de parte de Los Sospechosos de Siempre, de la mano de Juan Pablo Schapira, dónde pueden encontrar críticas de cine y espectáculos relacionados con la vida cinematográfica. Como es costumbre, al parecer, el premio se lo tengo que pasar a otro blog, y dado que mis compañeros de la blogsfera ya recibieron el premio, me gustaría dárselo a Hoy tu sonrisa (http://hoytusonrisa.blogspot.com ), de la mano de Agustíon Ibarra, que si bien no escribe hace un año, hay mucho material ahí, y les aseguró que les va a gustar.

Sin más, dejo un pequeño poema que me salió mientras recordaba el último viaje a la Cordillera.

Largo es el camino
No sé de dónde viene
Tampoco a dónde va
Sólo sé que el camino
Este grupo seguirá


Saludos!

martes, 3 de junio de 2008

La conoció una tarde de otoño, mientras tomaba un café en Maryland. Era soldado, fanática acérrima del ejército, sólo soñaba con honor y gloria, un deseo de muchos, alcanzado por pocos. Su piel era de un color grisáceo, casi negra como el carbón, así como sus ojos, oscuros, vacíos, distantes. Sólo verla allí sentada le causaba una extraña sensación en el estómago, algo que no podía decir con exactitud qué era.
Sin pensarlo dos veces se levantó y se acercó a su mesa. La soldado le sonrió y le indicó que se sentara. Ella ocultó una risa entre sus labios. Era gracioso pensar que
una judía de anteojos grandes y redondos pudiera enamorarse de una mujer militante.
¿Dije gracioso? No... era la burla irónica del destino que se reía en sus caras

lunes, 2 de junio de 2008

de Efeso

Heráclito, dices que todo pasa
desde y al fuego, su eternidad
el incesante cambio de las cosas
¿No hay un ser estoico?
¿No hay un todo, lo que es, pues siempre fue y será?