Como rayuela, solía decir. Ahora me arrepiento de nunca haberle preguntado qué quiso decir, aunque sé que por más que hubiese querido no podría habérmelo explicado: era demasiado oscuro y pérfido como para sacarlo a la luz, aún cuando debiera haberme contado, después de todo, de mi trataban sus palabras.
Creo que ahora, al final, logro entender el significado de ese acertijo tan simple y a la vez confuso, de ese laberinto sin entrada, sin salida, al cual solo yo pude llegar y salir, tardándome un siglo, sí, pero saliendo al fin.
domingo, 8 de junio de 2008
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