sábado, 20 de septiembre de 2008

Rutina

Por más que Taranga lo negara, Hobs y Rodríguez sabían que el Ramé era una fachada, una máscara para poder pasarse noches enteras de vigilia entre los discos viejos de Carlé y un buen whisky escocés, disfrutar de esas eternas discusiones sobre si la última decisión del General estaba bien o no, y qué haría en su próximo movimiento el partido, y si García estaba en condiciones de componer, y si esto y si lo otro, y al final de la noche la habitación era una sola nube de humo y el olor a tabaco y a alcohol era lo único que se respiraba y entonces no había más remedio que ir a buscar algo de café al bar de la esquina y buscar los abrigos y adivinar en dónde estaban las llaves (¿tenían llaves?), perdiéndose así los últimos vestigios de la noche, saliendo al mismo tiempo que el sol con los ojos casi cerrados y las cara como cuando uno recién se levanta, Carlé apoyándose en Taranga que con su cintura menuda y su cuerpo tan diminuto apenas si alcanzaba a sostenerlo Era ahí era cuando Rodríguez estallaba de la risa y Hobs se preguntaba por decimoquinta vez si no se habría vuelto completamente loco y si estaría o no abierto el café de madame. ¿Tendría alguien un cigarrillo?

lunes, 15 de septiembre de 2008

opus

Bubulina se llevó mi voz
al jardín aquel invernadero
se fue en sus alas de gorrión

y ahora, nocturna mi vigilia
soy un simple mensajero
un perdido trovador

luna mía, querida eres
tú, guardiana de lo verdadero
yo, trovador de su canción

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ayer

Fue "nosotros", pero eso ya pasó.
Fuiste yo, y yo fui vos
y al final, no somos nada.
¿Serás alguna vez?
¿O habrás sido,
para transformarte en aquella golondrina?
Mejor seamos, que aún hay tiempo.

martes, 9 de septiembre de 2008

Querida desconocida:

Recién vi a los hermanos del otro día, a esos chicos que me tocaron el timbre y me alegraron el sábado. Estaban parados afuera de un supermercado, acá a tres cuadras de mi casa. Uno de ellos (el más grande) tenía puesto el buzo que le regalé. Me saludaron con una sonrisa, un abrazo y un hola amigo que me hizo tambalearme otra vez, no sé por qué. Será la época, será que entre una cosa y otra que dos extraños conocidos me saluden como si fuéramos amigos de toda la vida me tiene algo paralizado, diría loco pero ya sería demasiado.
No sé lo que será, sólo que sé que si te tocan el timbre (y te lo digo una vez más) espero los invites a pasar, a ver si sentís lo mismo que me hicieron sentir a mi.

Sinceramente, Yo

sábado, 6 de septiembre de 2008

encuentro

Hoy vi dos ángeles.
Me tocaron el timbre a eso de las 5 de la tarde, yo estaba por irme. Eran hermanos (raro, nunca había visto ángeles hermanos) y tenían nueve y siete años. Me preguntaron si no tenía algo para comer y los invité a tomar una taza de nesquik y comer alfajores.
Es raro, uno espera harto impaciente a ver un ángel y recién cuando por fin lo ve se da cuenta de que no es como esperaba, de que son simples, parecidos y distintos a la vez de cómo los imaginamos (y los imaginamos tanto).
Mis ángeles no tenían alas, pero no importa, no les hacía falta. Tal vez mañana los veas, caminando de la mano, con una bicicleta demasiado grande como para que la usen. Te van a pedir algo para comer y espero que los hagas pasar y los invites a tu mesa, créeme, te va a hacer bien.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

sesenta y algo

Encendió un parliament y dejó que su nariz se perdiera en las confusas líneas que Jaques le había escrito aquella mañana, justo antes de dejarlo en la terminal y salir corriendo al departamento que habían alquilado juntos en el centro de Buenos Aires, a la vuelta de Retiro.
Receloso, pitó un par de veces y al instante un hermano querido que se iba haciendo más chico a medida que se alejaba del margen izquierdo de la hoja y perdía validez con el resto de la carta, al instante un gracias por dejarme acá, gracias por tu hospitalidad. Formalidades y pura mierda che, este pibe está loco. Y pensar que casi le había dicho de viajar juntos a Francia por los dos meses siguientes. Hubiera sido insoportable, Jaques era muy cerrado, cíclico, un tipo muy cliché que nunca paraba de hablar. Susan se lo había advertido, le había dicho que le iba a costar convivir con él después de tanto tiempo separados, que había cambiado mucho y que Jaques esto, y Jaques lo otro, y al final de lo único que estaba seguro era de que a Susan la separación la había afectado demasiado y a su hermano también y que por alguna razón que desconocía (casualidad no, no había tal cosa como casualidad) él había terminado en el medio -as usual- (...).

domingo, 24 de agosto de 2008

Pienso, sentado en el borde de mi ventana, la que da a tu jardín, pienso en vos, te dibujo con un pincel imaginario, te dibujo y te borro, y te vuelvo a dibujar, y con cada trazo que doy es algo nuevo que veo, es tu sonrisa, tus ojos o quizás algo que no puedo llegar a ver (o tu sonrisa, o tus ojos), y vos estás en tu jardín, y yo te miro sentado en el borde de mi ventana (que da a tu jardín) y otra vez pienso, te pienso, y te dibujo y te borro, y las líneas se deshacen, y yo estoy sentando en el borde de mi ventana, la que da a tu jardín, y pienso.

viernes, 22 de agosto de 2008

Dolor

Una fragancia suave y delicada, quizás hecha a base de rosas, inundaba el pequeño receptáculo con toda su esencia. De algún rincón del cielorraso que cubría el techo caía una suave cortina de agua, dulce y cristalina, salpicándole la frente y las muñecas ensangrentadas, sujetas a los grilletes ya oxidados. Su cuerpo, desnudo y mutilado, se contorsionaba cada vez que se salía del estrecho círculo mágico que le hacía de prisión, pues todo lo que cruzara los límites de aquella circunferencia, trazada sobre el mármol con sangre virgen, recibía tal descarga de energía que le helaba a uno hasta el alma y quizás más.

jueves, 14 de agosto de 2008

Fe

Había una vez un hombre del Este que decía ser un Sacerdote de Dios. Quienes lo escuchaban hablar aseguraban que realmente tenía un destino divino sobre la tierra, pues cuando predicaba era como oír el canto de los ángeles antes de que se hiciera el mundo.
Un día enfermó, y en su lecho de muerte uno de sus discípulos quiso averiguar cuál era su secreto. Se acercó por la noche, cuando ya nadie vigilaba la habitación, y encontró a su Maestro sentado en la cama, mirándolo con tanta profundidad que creyó que podía ver a través de su piel, su carne y sus huesos, directo hacia su corazón.
-Al fin has venido, hijo mío –dijo él, mientras se le dibujaba una triste sonrisa en el rostro.
El discípulo se sobresaltó, pues no le había dicho que vendría. Guardó silencio y dejó que él siguiera hablando.
-Quieres saber cuál es el secreto que impulsa mi Fe, pero no hay secreto alguno por revelar. Solo tienes que creer y ellos te seguirán.
El joven aprendiz bajó la mirada, silencioso. Sabía que no podía discutir con él, por lo que le preguntó
-Maestro, ¿cree usted en Dios?
El hombre sonrió, pero no contestó. Se acostó en la cama y cerrando los ojos, dejó que el tiempo se llevara sus últimos segundos de vida, no sin antes tomar la mano del joven y, acercándolo hacia él para que lo escuchara, decirle
-Si creyera en Dios, no sonreiría, pues toda mi vida he pecado, y me espera un castigo divino del otro lado del río. No creas, pues yo nunca creí. Solo has que ellos te crean a ti, y así seguirá el orden natural.

domingo, 10 de agosto de 2008

Ventana

Triste anochecer
oscuras estrellas
dilatadas formas
se suceden

Sonríe la luna
recuerdo tu voz
y el espejo
del tiempo impalpable

Vigía ya eterna
solitario despertar
sábanas rotas
de mi dulce Catalina

sábado, 9 de agosto de 2008

Impotencia

60.

Las cosas cambian, y nosotros no podemos hacer nada para detener el tiempo.
Me gustaría que algunos momentos se hicieran en la eternidad, así sería muy difícil olvidar.

jueves, 31 de julio de 2008

caralía

llámate joven otra vez
es tiempo de volver a nacer
no pienses, siente
no mires, ve
olvida ya la noche
en la eternidad del mediodía
volaremos como aves
y nos iremos lejos
sin cuerdas y puñales.

martes, 22 de julio de 2008

Inmaterial (extracto)

Todo era gris, como una niebla espesa que no podía terminar de definir, tal vez imaginación suya, tal vez no, y sin embargo en aquel momento no podía serlo, pues él no Era, sólo estaba, allí, vacío, pálido, y del mismo tono semifuso en que se había convertido el zumbido. No entendía cómo podía oír, cómo hablar, no tenía voz, no tenía oídos, ojos, no tenía sentido alguno ¿era entonces parte de la niebla? Pues creía sentirse, si puede explicarse de alguna forma con palabras, en estado gaseoso. Pero no, lo veía todo desde afuera: en aquella obra él era un espectador y a la vez era el personaje principal, era todos los personajes y no era ninguno. ¡Qué confusión, que ilógico que se había vuelto aquel lugar de su inconsciencia!



Verde, árboles, flores. Cambió el paisaje, el escenario, y así la forma en que esto se escribe. Ahora él yace con el vientre rojo de sangre sobre una vieja silla inglesa, hecha con madera de pino y repasada con un poco de barniz. Es gracioso, a lo lejos se oye el aullido de un lobo, lo que significa que tiene al menos un sentido, y sin embargo no tiene oídos, no tiene rostro. Sólo adivina lo que hay más allá, viendo de otra forma, sintiendo con la mente, espectador de su propia historia.
El dolor del vientre no se siente: no es molestia, sólo sangre, que mana a borbotones, como una cascada siniestra.
Horror, demasiado.

Entiende y a la vez no sabe qué sucede, pues de a momentos pierde la conciencia, el estar. ¿Volvió a Ser? No lo sabe con exactitud, y no quiere saberlo. Cree ver algo cerca suyo, pero sabe que no puede hacerlo, no tiene ojos, ni manos para palpar el piso, no tiene forma.

Segundos... horas... minutos... y niebla otra vez, infinitamente, en un círculo perfecto que sin embargo no respeta simetría alguna, no gira, no se mueve. Está estoico y él también.

lunes, 14 de julio de 2008

Espera

En un diminuto punto en medio de esta inmensidad que hacemos del universo, observo las mil y una estrellas, el ir y venir de los gélidos vientos, el blanco resplandor de la luna, pálida, radiante, misteriosa, y me pregunto cuándo vendrás, y cómo lo harás. ¿Será a través de los mares, en un barco con forma de cisne, blanco y glorioso o acaso cruzarás los cielos en una carroza de plata, tirada por bestias semejantes a pegasos, como salida de un cuento griego? Sólo espero que llegues a tiempo, porque una centuria te he esperado, y otras diez podrías hacerlo, pero no tenemos tanto tiempo, no en esta ocasión.

jueves, 10 de julio de 2008

Grillos

Salí al balcón y vi el sonido de los grillos, lo vi, porque era como un color que se pierde entre las luces y el bullicio de la ciudad, de las calles, de los edificios, dejándome sólo, la mirada perdida, sin saber qué hacer, sin ese compañero de desvelo, de noches de música y cigarros, en que me encuentro conmigo mismo, como un alma desnuda frente a un espejo, como cuando se deja el mundo y se descansa por siempre, esperando un nuevo nacer, por destino (lo hay, tiene que haberlo, sino nada tendría sentido). Me acordé de vos y sonreí, cerrando los ojos, permitiendo que el aire me llenara: recién entonces dejé el balcón. Ya habrían otras noches.

jueves, 3 de julio de 2008

Estábamos tú y yo, sentados, mirándonos fijamente, quién sabe por qué, pero estábamos. Allí, donde nadie nunca es alguien, tratando de adivinar nuestros pensamientos, mirándonos, fijamente tú, yo, y nadie más, rodeados de una niebla blanca tan espesa que de a ratos parece un muro, o una reja, que nos envuelve y atrapa, y no nos deja salir, que nos obliga a mirarnos, porque no hay otra cosa que hacer, porque amarnos sería en vano, fue en vano, lo sé, tú lo niegas pero en el fondo de tu alma, allí donde no hay vendas para tus ojos, allí donde el ser es puro, allí, no sé dónde queda, pero en ese lugar, lo sabes y lo aceptas, aunque no lo digas, aunque no te des cuenta y sonreías absurdamente, como si te burlarás de la forma más sutil y horrible, y quizás...
Estábamos, mi reina, sin saber, tu rey, de ningún reino, pero reina y rey al fin.

martes, 24 de junio de 2008

¿Psicodelia?

Hacía del amor el sexo y del sexo poesía y de poesía amor, y así se perdía todo en un círculo perfecto, inmutable, de una ataraxia infinita, inmortal, eterno, un vaivén de paciente impaciencia, que sólo él y Araudia podían llegar a comprender en aquel momento inigualable, cuando descansaban desnudos el uno sobre el otro, felices, sin futuro, sólos en el presente, saboreando cada segundo de ese vacío tan lleno que no entendían cómo podía suceder (y sucedía) pero que él sabía que terminaría en cuanto encendiera un cigarrillo y cruzaran unas palabras secas, que volverían a la noche y a la ventana del conventillo de la calle de enfrente y la brisa del parque y la luz de las estrellas que jugaban a las escondidas entre nube y nube y a lo cotidiano en su obscuro Logos, su inútil pérdida de tiempo que no tenía y que no pretendía tener (aún teniéndolo).

domingo, 22 de junio de 2008

Del rey imaginario

Una lágrima, única, cristalina, se hizo añicos sobre el suelo con un sonido límpido y claro. Muchos años habían pasado desde que se oyera algo más que un sollozo solitario entre aquellas paredes, entre aquellos muros La Corte ya no reía con él, ya no visitaba la cámara, ya no estaba. Se habían ido, todos, uno a uno, sin decir adiós, sin mirar atrás. Su corona ya no brillaba, ya no reía, como él, que no se movía, que no hablaba, excepto cuando miraba el mar. Le gustaba el mar, su eternidad, su belleza, su sonido, su olor. Y es que el mar y él eran parecidos: estaban sólos, en su inmensidad, en su prisión sin barrotes que cruzar, sin pan y sin agua, y a la vez sin hambre, sin necesidad de comer

miércoles, 18 de junio de 2008

Protestas, pero estudiantiles

Sé que se me hizo largo, pero léanlo, vale la pena.



Casi en un paralelismo con la situación nacional, pero por supuesto, a mucho menor escala, los estudiantes de 5to año del Instituto Nuevo Siglo empezamos hoy una protesta contra los directivos de la institución, en especial con la dueña de todo esto, Doña Elena la Terrateniente. Es necesario remontarnos a la primer instancia, ya un mes atrás, durante los primeros días invernales, para poder explicar nuestros motivos y el por qué las medidas tomadas para hacernos oír, para levantar la voz estudiantil.
Todo comenzó una fría mañana de Mayo. El Sol, cada vez más lento para levantarse, empezaba a molestar a través de la ventana, a tímidos rayos sin calor, escasos halos de luz. Como es costumbre la mitad del curso estaba inmersa en un ensueño infernal, ya sin esforzarse por escuchar la perorata interminable que con mucho ímpetu nos presentaba la Profesora de Lengua. Yo por mi parte me perdía en la ventana, sonriéndole al predio desnudo del club de Caio, sin pasto ya, pensando en todo menos en la aburrida fotocopia que descansaba sobre mi banco. A mi izquierda el señor Debaco no paraba de quejarse de su latoso dolor de cabeza, según el, gracias a una pérdida de gas en el calefactor del curso, a quien por ese entonces desconocíamos, pues nunca había sido encendido, nadie se había tomado la molestia de introducirnos. Pero ese día no fue como los anteriores.
Acérrimo seguidor del despelote, le aseguré a mi colega que no había pérdida de gas alguna, y que en caso de que yo estuviera equivocado, tendríamos que movilizarnos para que el súper equipo magistral del colegio lo arreglara. “¿Y cómo podemos saber quien tiene razón?”, preguntó el Sr. Debaco, con soberbia inocente y despreocupada. “Esperemos a que lo prendan, así vamos a ver quién de los dos está en lo cierto”, dije yo, y con esa simple respuesta, nos fuimos al recreo, libro de historia en mano, tratando de encontrar la manera de no adicionar otro uno a nuestra colección en los orales diarios.
Al día siguiente, gracias a un par de contactos que se movilizaron y a que el Preceptor es un tipo considerado (con un humor muy jodido), un muchacho de aspecto correntino entró al curso, papel en la diestra, encendedor en la siniestra, alegando que la Directora lo había enviado a encender el calefactor, ya que quinto año era el único curso que lo tenía apagado. Instintivamente una sonrisa se dibujo en mi rostro y codeando al Sr Debaco le señalé con la cabeza que se acercara al calefactor, para poder así terminar con nuestro pequeño debate. Luego de casi quince minutos de fallidos intentos por encender el vejestorio que suponían nos mantendría cálidos y cómodos, el Correntino logró encender la máquina, con una pequeña voluta de humo y un estallido que asustó a más de uno. Inmediatamente me agaché y acerqué mi nariz al calefactor, a fin de identificar algún tipo de pérdida. Tras un par de segundos, me incorporé y miré de soslayo a mi feliz oponente. Él tenía razón, había una pérdida de gas, pero no sólo, sino que la máquina no funcionaba como debía: en su máxima potencia emanaba un poco más de calor que en piloto. Un fiasco, un fraude... el inicio de una decepción.
Aquel día fue el inicio de una protesta que se prolongó, como ya he dicho unas líneas más arriba, ya treinta (30, por si alguien del I.N.S lee esto) días, y más aún. Es por eso que hoy, tal vez de una forma radical, para algunos por falta de atención, para otros, con bastante razón, acudí a las instalaciones ¿educativas? envuelto en el acolchado de mi cama.
Sí, señores, señoras, y otras criaturas que llegue a leer estas líneas, me senté en la hora de Geografía envuelto en un acolchado a cuadros, alegando que por causa de la falta de servicio y por no cumplir con las reglas que demandan el buen estado de las instalaciones del Colegio, me sentía obligado a llevar un acolchado para mantener mi cuerpo a una temperatura estable. Lo curioso, pero lamentable, fue que la Directora se dio cuenta de que tenía razón, pero no puso ímpetu en demostrarlo, sino que, al contrario, me gritó encolerizada que me sacara el acolchado de encima, que nuestro curso era (y es) un desastre y que esa no era forma de hacer las cosas. Por supuesto que cuando cerró el pico, hablando simple y claro, pasamos a explicarle la situación, lo que la encolerizó más, y terminó yéndose del aula refunfuñando por lo bajo (y por lo alto).

Compañeros, alumnos 1, Directivos 0.

lunes, 16 de junio de 2008

Cacerolazo

Se despertó Roca. Creo que no pasaba algo así desde los saqueos de hace poco menos de diez años: la gente con las cacerolas y las banderas cortando el centro (avenida Roca y Tucumán), los autos, filas interminables (diez cuadras), con las bocinas a más no poder, y en el medio un grupo de personas, grandes, no tan grandes, jóvenes, que arruinaba sus gargantas al grito de “¡el pueblo, unido, jamás será vencido!”. Lo gracioso de todo esto es que cuando los noteros de Aire Valle le preguntaban a los manifestantes el por qué protestaban, muy pocos respondían con coherencia. Creo que la gente sólo estaba ahí para hacer revuelo, para protestar contra el gobierno, no para pedir diálogo como se suponía que había que hacerse.
Me gustaría ver por una vez a la gente protestando y saber por qué protestan, tocando bocina y saber para qué la gastan.

Al menos no hubo violencia.

viernes, 13 de junio de 2008

alondra

Corriendo a través de las sombras
sin ver que maravillas trae el camino
con un puto cigarrillo entre los labios
me pregunto quién dirá que no corra
qué amigo ya viejo, como perro ladino
me dirá que desista, ya pasaron diez años
y yo sin saber que ahora eres una alondra
sin saber que ya no estás en mi destino
le ruego a Dios que me convierta por fin,
que me transforme en un canario

jueves, 12 de junio de 2008

¿Principio de desaparición? No

Sucedió muy rápidamente.
Estaba acostado, en el piso, la espalda apoyada contra el costado de una cama, la vista fija en el televisor, la cabeza... en otro lado. Atrás mío, sobre la cama, descansaba un amigo, y en la otra, apoyada contra la pared y formando una ele con el televisor y la cama de mi amigo, dos chicos más, ajenos a todo esto.
Fue extraño, muy extraño. Primero sentí como si se me hubiese dormido el pie. Está bien, me dije, es algo normal, me pasa seguido. Pero no se detuvo ahí. Muy pronto tenía las dos piernas completamente idas, no las sentía, sólo pude percibir un débil cosquilleo que subía hasta la cintura. Me di vuelta para avisarle al resto, pero al instante comprendí que no eran sólo mis piernas: mis brazos y mi lengua, todas mis extremidades, se habían ido, no podía sentirlas, y me molestaban. Muy pronto el corazón empezó a latirme muy rápido, tanto que me asusté, me asusté como no me había asustado en años. Me levanté casi de un salto y me acosté en la cama, tratando de calmarme, peor fue peor. Las imágenes se me sucedían como si fuera una película de fotografías viejas, de a flashes, cortadas. Por momentos perdía la noción del tiempo, y una vez boca abajo, la perdí por completo.
Traté de levantarme y tuve que pedir ayuda. Una mano me agarró de los hombros y me sentó. Me trajeron un vaso de agua pero no podía tragar, el corazón me latía con mucha rapidez, con mucha fuerza, tanta que pensé que iba a explotar, o al menos salirse de mi pecho con violencia y brusquedad. Las manos me soltaron y escuché la voz de una mujer que me susurraba al oído. Me pidió que me inclinara hacia delante. Obedecí como un cachorro amaestrado, sin muchas otras opciones que tomar, como una criatura dócil que no sabe qué hacer. La mujer me indicó que hiciera fuerza con mi cabeza hacia arriba, mientras ella empezaba a presionar hacia abajo. Me mantuve en esa posición durante unos quince segundos, hasta que me soltó y me dijo que me levantara. Obedecí y en cuestión de segundos mi corazón había vuelto a la normalidad, o al menos ya no trataba de saltar de mi pecho, de abrirse paso hacia fuera. Me tranquilicé, pero el cosquilleo seguía y el viaje recién empezaba.

Hoy estoy bien, pero no creo volver a tomar ese tren otra vez, ese no es mi camino.

domingo, 8 de junio de 2008

Como rayuela

Como rayuela, solía decir. Ahora me arrepiento de nunca haberle preguntado qué quiso decir, aunque sé que por más que hubiese querido no podría habérmelo explicado: era demasiado oscuro y pérfido como para sacarlo a la luz, aún cuando debiera haberme contado, después de todo, de mi trataban sus palabras.
Creo que ahora, al final, logro entender el significado de ese acertijo tan simple y a la vez confuso, de ese laberinto sin entrada, sin salida, al cual solo yo pude llegar y salir, tardándome un siglo, sí, pero saliendo al fin.

sábado, 7 de junio de 2008

Premios y Caminos

Bueno, para mis lectores (que últimamente crecieron en número (más de uno, je)), les cuento que Le dieron un premio al blog, de parte de Los Sospechosos de Siempre, de la mano de Juan Pablo Schapira, dónde pueden encontrar críticas de cine y espectáculos relacionados con la vida cinematográfica. Como es costumbre, al parecer, el premio se lo tengo que pasar a otro blog, y dado que mis compañeros de la blogsfera ya recibieron el premio, me gustaría dárselo a Hoy tu sonrisa (http://hoytusonrisa.blogspot.com ), de la mano de Agustíon Ibarra, que si bien no escribe hace un año, hay mucho material ahí, y les aseguró que les va a gustar.

Sin más, dejo un pequeño poema que me salió mientras recordaba el último viaje a la Cordillera.

Largo es el camino
No sé de dónde viene
Tampoco a dónde va
Sólo sé que el camino
Este grupo seguirá


Saludos!

martes, 3 de junio de 2008

La conoció una tarde de otoño, mientras tomaba un café en Maryland. Era soldado, fanática acérrima del ejército, sólo soñaba con honor y gloria, un deseo de muchos, alcanzado por pocos. Su piel era de un color grisáceo, casi negra como el carbón, así como sus ojos, oscuros, vacíos, distantes. Sólo verla allí sentada le causaba una extraña sensación en el estómago, algo que no podía decir con exactitud qué era.
Sin pensarlo dos veces se levantó y se acercó a su mesa. La soldado le sonrió y le indicó que se sentara. Ella ocultó una risa entre sus labios. Era gracioso pensar que
una judía de anteojos grandes y redondos pudiera enamorarse de una mujer militante.
¿Dije gracioso? No... era la burla irónica del destino que se reía en sus caras

lunes, 2 de junio de 2008

de Efeso

Heráclito, dices que todo pasa
desde y al fuego, su eternidad
el incesante cambio de las cosas
¿No hay un ser estoico?
¿No hay un todo, lo que es, pues siempre fue y será?

martes, 27 de mayo de 2008

Lunes

Ya es lunes.
Me gusta ver la lluvia, ver las gotas caer, respirar y sentir la humedad. Siento como si se limpiara mi alma entera, se detuviera el tiempo y se llenara el vacío. Pareciera que se limpiara el mundo, que se borraran las guerras, los problemas, y es que con la lluvia todo se vuelve un semitono más abajo, un color más oscuro y fuerte, más intenso. Sin embargo con la lluvia el blanco es blanco, es una nube y es nada, o lo es todo.
Ese momento se convierte en una eternidad efímera, en un suspiro. En una mirada
Vuelo en un violín y Barret que desgarra las cuerdas como si desgarrara el silencio, lo hace jirones y la risa se eleva. No es irónica, no sé qué es. Sólo sé que ya es lunes y todo sigue igual, todo tan inoportuno.

¡Que fluyan las palabras!

Araudia

Tu cuerpo, mi deseo;
tus palabras, mi música;
tus ojos, mi luz;
tu amor... yo necesito tu amor

domingo, 25 de mayo de 2008

hospitales

Nunca me gustaron los hospitales.

No sé, será que el ambiente es muy deprimente, demasiado para mi gusto (y eso que a veces celebro los Domingos o las tardes de lluvia torrencial), o será tal vez que no me gusta explorar los pasillos, tan vacíos como tétricos, donde cada cara que veo tiene una historia que contar, o tal vez no, y sólo sea rutina, como las caminatas de las viejas por el canalito a las 7:30 de la mañana cuando en lo único que pienso es que falta todo un día más para volver a mi cama.
Hoy tuve que ir al Juan XIII. Díganme racista si quieren, pero me dio asco ver como la enfermera, una mujer regordeta y sucia (sí, el prototipo, nunca son esas rubias flameantes de Hollywood), primero se rascaba los cuartos traseros, se limpiaba la nariz con un pañuelo que valla uno a saber dónde lo tenía guardado y se secaba el sudor de la frente con la palma de la mano (curiosamente tenían los calefactores prendidos) para después tomarle la temperatura a mi hermano, “acariciarlo” y traerle la comida, que lamentablemente pude ver por el pasillo como toqueteaba (ni me imagino cómo y quién la preparo, no quiero imaginarme, no). Lo peor de todo es que si uno se queja, es un irrespetuoso, un “pendejo desagracido” o un “chetito de mierda”, así que hay que guardar silencio si no queremos que el trato ahí adentro, en ese antro, sea medianamente bueno (quiero recalcar que cuando digo bueno me refiero a un nivel de trato acorde a las circunstancias y al personal que trabaja en dicho lugar).
Definitivamente, nunca me gustaron los hospitales.



PD: tal vez sea mi imaginación o esté viendo mucho Dr. House, pero estoy seguro de que hay tráfico de drogas ahí adentro, y hablo de los dos tipos (el guardia no tenía cara de estar presente de mente).

miércoles, 21 de mayo de 2008

imagine

Imaginé en sueños
oscuros, confusos,
en laberintos eternos

Imaginé el sol
y en el cielo yo,
lo perdí, escapó

Imaginé tu amor
y el calor, el rito,
se hizo inmortal

Te imaginé,
te sentí, te amé,
te malgasté

Imaginé,
soñé, y volví
a imaginar

lunes, 19 de mayo de 2008

Fulano, Mengano y Zultano

Sé que hago doble posteo, pero me pareció curioso subir esto. Es que hace días que vengo pensando en "fulano, mengano y zultano". Son tres nombres que usamos, por lo general, para referirnos a alguien que desconocemos (también sus diminutivos). El otro día iba caminando por la Tucumán (recordando viejas épocas, dicho sea de paso) y me encontré con que al lado de Lions hay un negocio que se llama "Fulanita de tal". Quizás no se hallan dado cuenta, pero el nombre en sí es una genialidad. La dueña del negocio está cargando a todas aquellas mujeres que se creén que porque se casaron con tal, tienen mayor impacto social, son las "fulanitas de tal".
Peor no posteo por eso, sino porque estuve averiguando de dónde nace esto de mengano, fulano y zultano. Al parecer hay varias teorías, pero la más aceptada dice que fulano viene del árabe "fulan", que quiere decir "un tal, un cualquier", mientras que mengano viene de "man kan", que significa "uno cualquiera, quien sea" y zultano o zutano es una derivación de citano, palabra en latín originalmente "scitus", que se traduce como "sabido", "conocido".


PD: perdón por el desorden en la escritura, pero es tarde y estoy bastante cansado.
Saludos!
Y así empezó el desfile en el que sólo algunos eran hombres. El negro predominaba la situación, como si de esa forma quisieran presentar algo de respeto o sentimiento, no entendían que ya no los vería más, aunque corrieran desnudos por aquel verde campo, ya no se enteraría. Las mujeres lloraban. Algunos hombres, apartados, echaban miradas sombrías a todo aquel que atinara a sonreír. Él levantó la vista y la vio, encerrada en su tormenta, ajena a todo aquello. ¿Qué pasaría por esa cabeza tan confusa? Quería correr y abrazarla, pero a cada paso que daba las palabras se enredaban en su boca como si su lengua se trabara. Entendió que no sabía que decir, entendió que todo intento de palabra resultaría vano, incluso hipócrita. Otra vez las mujeres rompieron en llantos y así una cadena que terminó en ella. Varios brazos la rodearon y se la llevaron. Él, observó tranquilo, manos en los bolsillos... ya habría tiempo

miércoles, 14 de mayo de 2008

sombras

Acostumbraba jugar con su sombra. Corría para un lado, para el otro, saltaba, rodaba y giraba, siempre tratando de ganarle la posición, de adelantarse un paso a ese espejo sin forma, sin color. Pero sabía que era inútil, por más que intentara, ella siempre se burlaba de él... excepto cuando dormía, claro está. Y es que entonces no había sombra, no había juego, no había forma, sólo la noche, a veces clara y calma, otras difusa y tormentosa, y el titilar de grillos que cantaban a su oído, llorando a gritos la soledad. Qué buscarían, en esa eterna cruzada de cantos, él no lo sabía.

martes, 13 de mayo de 2008

roca: cronopios, famas y esperanzas

Mi ciudad está llena de cronopios, de famas y de esperanzas. Tal vez sea atrevido el utilizar la creación del Maestro, pero simplemente es así: mi ciudad está llena de cronopios, está llena de famas y está llena de esperanzas. Lo gracioso en este caso es que las famas son muy efímeras, nacen y mueren en una semana, a menos que hagan algo realmente sorprendente, que en ese caso su duración puede llegar al mes, abusando claro está del chusmerío. El resto son cronopios y esperanzas (perdidas, según la observación de éste autor).
No creo que lleguen a entender de qué hablo, qué escribo... sólo lo hago.

domingo, 11 de mayo de 2008

imbécil

Siempre me pareció demasiado obvio e innecesario, pero ahora me doy cuenta de que lo obvio muchas veces escapa a la sensatez, y que esta nos puede jugar muy malas pasadas. Harto cansado, no puedo encontrarle una lógica, un sentido fijo de esos que le encantan a los sistemólogos, caí en la cuenta de que no hace falta encontrar una necesaria explicación, bastan un par de miradas y una sonrisa para ver con ojos de niño, para sentir con el corazón y no con la mente. El sólo pensar que el mar está lleno de ellos, ahora figuro la falta de gentuza, la falta de hombre común que pide a gritos una mano, disculpándose, convirtiéndose en bobos aguantables.
Presto, ¿qué mejor amigo que el imbécil? El imbécil se ríe con facilidad, se ríe de todo, como si la vida fuera un continuo jolgorio. En las conversaciones de salón y sociedad, tienen a asentir, a ellos todo les parece correcto, menos cuando hacen preguntas realmente estúpidas, dándonos ahí la oportunidad de lucirnos frente al pequeñoburgués que escucha la perorata de la dama gorda y antigua, las ironías de aquellos que no entienden lo simple. Y es que el imbécil, y pido disculpas si hago énfasis en su poca cabeza, pero no hay nada de malo en la palabra, y al que le parezca fuerte que no me lea, el imbécil nos hace ver inteligentes, exalta lo bueno de nosotros, aquello que queremos mostrar frente al superfluo. Sí, los imbéciles no lo son tanto.

miércoles, 7 de mayo de 2008

No sabía bien dónde estaba el límite, él era el otro, y el otro era él. Sus pasos, sus movimientos, se confundían en un espejo, y a la vez en una sombra, o la sombra de su sombra, o la sombra de la sombra de su sombra y así se podía perder en un juego interminable, como recorriendo un laberinto de pasillos eternos. Había perdido el rastro de quién era, pero sus ojos... ¡ah!, sus ojos eran tan familiares que por momentos creía estar viendo los suyos propios, si eso era posible. Pegó su cabeza al vidrio y sintió el frío en sus mejillas. ¿Había algo del otro lado o era mera impresión suya? Se paró en puntitas de pie y trató de ver más allá, pero la mente era difusa y la conciencia un mar de muchas vueltas.

sábado, 3 de mayo de 2008

encrucijada

A veces llegamos a una parte del recorrido en que no sabemos qué camino tomar. Las direcciones son tantas que nos confunden, o no, estamos tan ciegos que no vemos el camino que se extiende delante de nuestros ojos. ¿Tenemos que seguir por el camino seguro y largo o directamente tomar el atajo corto pero peligroso? ¿Por qué siempre buscamos la salida más fácil aún sabiendo que está mal? Toda nuestra vida nos preparan el camino, nos preparan a nosotros para que al llegar a estas situaciones sepamos como actuar, pero después de todo es el instinto el que nos guía, o al menos debería.
Tal vez halla que tomar aire y saltar, cerrando los ojos hasta que toquemos el suelo y nos aventuremos en este mundo que no para de dar vueltas.

miércoles, 30 de abril de 2008

Escritor

No sabe por qué, sólo escribe.
No sabe a quién, sólo escribe.
Y si no sabe por qué y no sabe a quién, ¿qué escribe?
Ahí está el secreto.
Ahí está, lo que escribe.


Para Clari, del renegado

lunes, 28 de abril de 2008

mundos

En laberintos
se pierde, mujer,
tu sonrisa

En risas
ecos eternos
tu lamento

¿En qué noche
te irás cantando
melodías?

¿A qué poema
acudiré para leer
de vos y el sol?

En ojos de tormenta
caos, ¿en qué dios
confiaré?

Tu imagen se va
se pierde en ventanas
en paraísos

Dibujaré un bosque
lo pintaré y en el
desapareceré

viernes, 25 de abril de 2008

Juicio

Recuerdo con exactitud cada detalle, cada palabra, cada imagen. Espero que mi testimonio se una a muchos otros que han presenciado la misma injuria e hipocresía que la Caza de Brujas trae a estas las tierras del Sacro Imperio Romano Germánico. No daré mi nombre, sino que hablaré de mi como un Viajero, pues en esencia, eso soy, y esa, es mi naturaleza

Sucedió en el Ducado de Mecklemburgo, tierra conocida por su intensa caza de brujas. Por aquel entonces yo era un joven explorador y aventurero comerciante que quería conocer mundo. Venía de visitar al primo de mi padre, François Dominé, quien me había encomendado llevara el escudo de la familia a Schwerin. Así fue como llegué a un pequeño poblado a orillas del Recknitz. Parecía ser un pueblo tranquilo, con un pequeño muelle para las escasas embarcaciones que viajaban por aquella zona, una Iglesia y dos o tres comerciantes.
Pero aquel día fue distinto. El pueblo entero se encontraba reunido en un galpón construido a la izquierda de la Iglesia. Ni un alma recorría las rústicas calles, ni una voz me acompañaba mientras ascendía lenta y curiosamente a lo alto de la colina, tratando de ver qué raro suceso se estaba llevando a cabo. Grande fue mi sorpresa cuando me encontré a varios los hombres y mujeres, grandes y niños de pie frente al aparente juicio de una joven mujer, y enseguida supe, por los gritos y los abucheos, una presunta bruja.
La acusada vestía un vestido harapiento y estaba descalza. Su pelo, sucio y arremolinado, estaba muy maltratado, como si hubieran tirado de él. En su mejilla izquierda pude ver, una vez que logré acercarme, la marca de un golpe, y de los pies se desprendía un olor nauseabundo, jamás supe qué era. Estaba sujeta por dos hombres, con el rostro cubierto para que no se supiera su identidad. A la derecha de la mujer estaban de pie el sacerdote del pueblo y un hombre altivo, de mirada suspicaz, quien respondía bajo el nombre de Juez Real. Detrás de aquellos dos hombres esperaba un joven de buen aspecto, aunque su mirada era sombría.
Tras unos minutos de griterío y desorden, el joven se adelantó y levantó las manos pidiendo silencio. La muchedumbre se sumió a un silencio sepulcral, y el hombre comenzó a hablar:
-Ciudadanos del Recknitz, estamos aquí reunidos para celebrar el juicio público de Gretchen la Molinera, hereje, acusada de cometer brujería y realizar maldiciones al bienestar del Duque de Mecklemburgo
La multitud estalló en aplausos y los insultos volvieron a empezar. Por segunda vez, el hombre levantó las manos, y por segunda vez, el silencio reinó en el Galpón. Me sorprendí de ver el rostro rígido de la acusada, pero luego comprendí que casi no podía hablar, tenía el cuello magullado y la mandíbula dislocada.
-Ahora procederemos a realizar el interrogatorio –dijo el hombre, Henrici, de nombre, según oí decir a una comadrona que estaba parada a mi lado. Los verdugos, que tenían a Gretchen inmovilizada, la sentaron en una silla de madera rústicamente tallada. Henrici se volvió hacia la mujer y le preguntó-. ¿Es usted Gretchen, Molinera de profesión?
La mujer asintió y, muy por lo bajo, susurró un “sí” casi inaudible.
-¿Es usted casada?
-No –repuso, otra vez por lo bajo.
-¿Con quién vive usted?
La mujer titubeó y luego dijo: -con mi madre y mi padre
Henrici se volvió hacia el cura como pidiéndole su aprobación. Este asintió solemnemente y no emitió palabra alguna. Luego se paró en frente a la acusada y volvió a preguntar:
-¿Es usted una bruja?
Gretchen lo miró con los ojos bien abiertos, la vista casi penetrante, y respondió con sequedad:
-No, no lo soy
-¿Niega usted haber cometido actos de brujería?
-Lo niego
-¿Es usted miembro de la Synagoga Satanae?
-Ni siquiera sé qué es eso –respondió Gretchen ahora sorprendida.
El hombre le propinó un golpe en el rostro, mano abierta, molesto por su impertinencia. Nadia habló, nadie se atrevió.
-¿No ha realizado pacto con el Diablo? ¿No ha hablado en contra del Señor, alabado sea? –realizó rápidamente la señal de la cruz, así como el resto de los presentes.
-Jamás, yo no he hecho tal cosa y no creo en la brujería.
Henrici sonrió burlón y volviéndose a la expectante audiencia dijo con voz potente, casi gritando: -Hairesis maxima est opera maleficarum non credere, que en latín quiere decir “la mayor herejía es no creer en la obra de las brujas”.
Hubo un murmullo de rotunda aprobación y hasta exclamaciones aisladas de admiración por el hábil manejo de la lengua ancestral del joven interrogador. Luego Henrici se volvió hacia el Juez Real y este se adelantó hacia la multitud. Su porte era elegante, digno de un noble, aunque no era más que un colaborador de la Realeza.
-Se solicita la presencia de Iacobus Sprenger ante el Juez, quien dará su testimonio en nombre de Dios y de su Enviado en el Vaticano.
Un cuchicheo insoportable se extendió por todo el lugar. Sorprendido por la seriedad de la actuación y la solemnidad, me di vuelta para ver como un hombre ya entrado en años se abría camino a codazos y empujones entre los campesinos. Su cara estaba decorada con varias arrugas y su mirada era fría y austera, casi amenazante.
Henrici le hizo una seña al Juez y este volvió a su lugar. A continuación el tal Sprenger se adelantó y se sentó en el otro extremo, casi enfrentado a la bruja, pero de espaldas a ella. El sacerdote acercó una Biblia y la colocó delante del hombre, quien apoyó una mano sobre ella.
–¿Jura decir la verdad ante Dios Padre y jura por su fidelidad al Rey de que no dará falso testimonio?
–Si, juro –respondió simplemente, y el sacerdote volvió a su lugar. Henrici se acercó y observó a su testigo con mirada calculadora. Yo me encontraba anonadado, dividido entre la demencia de la gente y lo real que resultaba todo aquello. Me preguntaba que sentiría aquella mujer, las miradas clavadas en ella y en los otros dos hombres, el ambiente tenso que se respiraba. ¿Cómo podía Dios permitir algo así? Realmente no salía de mi asombro.
–Escuché unos gritos –decía Sprenger mientras yo divagaba dentro de mi mente- provenían del Molino y como buen ciudadano del Rey sentí la obligación de acercarme a ver qué sucedía. ¡Imagínese lo sorprendido que estaba cuando vi salir a esa mujer –señaló a la acusada– volando por la ventana montada en una escoba!
Henrici se volvió hacia la multitud, como si ya esa afirmación por sí sola fuera prueba de la culpabilidad de Gretchen. Pero el pueblo quería detalles, y él se los iba a dar muy a gusto.
–Siga, mi buen hombre, continúe, ya nada puede hacerle –dijo, refiriéndose a la bruja. Sprenger sonrió amablemente y echándole una mirada a la mujer, en la que creí ver cierto aire de culpabilidad y perdón, continuó con su relato.
–Se dirigió al bosque. Yo estaba paralizado por el terror, pero mi voluntad fue más fuerte, tal es mi Fe en Dios –más murmullos de aprobación– Salí disparado, dejando parte de mis utensilios en la entrada del Molino. A medida que corría por entre los árboles pude ver que algunos animales me seguían, gatos en su mayoría, y a lo lejos creí escuchar el aullido de un lobo.
“‘Ten Fe Iacobus, la voluntad de Dios te acompaña’ me repetía constantemente. Al final me detuve, no muy cerca de donde me encontraba había un claro, y vislumbré varios figuras que se movían, en una especie de danza.
Sprenger se detuvo, pero Henrici lo instó a seguir. El nombre del testigo, Iacobus Sprenger, me sonaba, estaba seguro de haberlo escuchado antes. Pero no tuve tiempo para hacer memoria, pues el hombre retomó la historia en el punto exacto en donde la había dejado.
–Podía escuchar gritos, alaridos, que se confundían con aullidos. Traté de acercarme para ver mejor, no demasiado, pero lo suficiente como para tener una imagen clara de lo que sucedía. Como supuse, se trataba de una especie de ritual, y lo que vi en el centro... no creo poder describirlo
-¡Ánimo Iacobus! –exclamó Henrici- estás haciendo un gran servicio al Señor. ¿Se trataba de un Sabbat, no es así? Dime, no, dinos, que había en el centro de aquel ritual.
–Era... no era un hombre –murmuró Iacobus, haciendo memoria, y con algo de temor en los ojos- o sí, era medio hombre, medio animal, como... ¡un macho cabrío!
–¡Satanás! –exclamó Henrici y todos los presentes realizaron la señal de la cruz, yo incluido- la imagen del mismísimo demonio, sin duda se trataba de una ceremonia de adoración. Esto es sin duda...
–Pero eso no es todo –lo interrumpió Sprenger, ahora casi al borde de su silla, entre pequeños espasmos. Las manos le temblaban y cada tanto los ojos se le iban de un lado a otro- eso no es todo, no es lo peor. Esa criatura, el macho cabrío, comenzó a hablar. Era una especie de graznido, como si escupiera las palabras. Parecía dictar nombres, como si leyera una lista invisible, y luego...
Iacobus guardó silencio, ya incapaz de seguir hablando. Henrici lo fulminó con la mirada y luego se volvió hacia el resto de la audiencia. Su mirada parecía echar chispas, como si entre sus ojos y los del pueblo hubiera una línea de fuego tan tensa que con solo soplar se la podría cortar.
-Luego –dijo, lentamente, casi terminando el relato-. Luego una a una las mujeres se fueron acercando, para terminar el ritual. Es lo que se conoce como Osculum Infame, que en latín quiere decir “beso infame”. ¿Estoy en lo correcto, Sprenger?
Iacobus asintió, tímidamente, y luego volvió la mirada a la pared, e incapaz de moverse o decir algo. Estaba paralizado por el miedo, pero si era por lo que había sucedido o por lo que iba a suceder, yo no puedo decirlo.
Lo que sucedió a continuación, es lo que se imaginan que puede haber pasado. No entraré en detalles, no es mi deseo el enseñar las formas de torturar que tiene el ser humano. A la mujer, Gretchen, se la dio por culpable, culpándola de hechicería, de adoración al Diablo, de unirse de forma sexual a él y de realizar el Osculum Infame. No tuvo siquiera oportunidad de contradecir al testigo, pues tras aquella historia, la multitud enloqueció. La escupieron y golpearon, se calentó un hierro y se le quemaron las palmas de las manos y de los pies. Se la peló y se la hizo pasar por el judicium aquae, el baño de agua. Al instante se hundió, pero no lo dieron como válido, ya era imposible frenar a la gente. La tomaron de los pies y la arrastraron afuera del galpón. Alguien había encendido una hoguera en la plazoleta del pueblo. La quemaron viva, aunque ya no le quedaba fuerza de voluntad alguna. Antes de expirar pude ver como maldecía a la Iglesia y a Dios padre todopoderoso. Blasfema y hereje, justo lo que buscaban.
Ahora pensarán que en verdad era una bruja, y que en verdad era culpable de todos los delitos y actos de que se la acusaba. Pero se equivocan, porque no hace poco vino un hombre a visitarme, alguien a quien no había visto hace mucho tiempo. Yo me encontraba en la casa de mi primo François, y fue él quien apareció en mi estudio seguido de un burgués entrado en años.
–Este hombre te necesita –me dijo mi tío segundo, y salió del lugar. Yo lo observé, la misma mirada, la misma postura, y esa sonrisa hipócrita y a la vez culpable.
–¿Iacobus Sprenger? –pregunté, casi adivinando la respuesta. El sonrió y asintió-. Tome asiento, ya sé a qué ha venido.
–¿Ya lo sabe? –preguntó, sorprendido.
–Hace tiempo que lo espero –respondí, y acto seguido encendí mi pipa, cerrando mi volumen del Malleus Maleficarum


FIN

lunes, 21 de abril de 2008

Ojos

En la eternidad del presente
cuando algo es, cuando está
sólo Dios entiende
porque para mi, eternas son dos cosas
Él, en su omnipotencia
y vos, en lo vacío de tus ojos
en esa mirada fría, penetrante
que congela el tiempo
y hace del momento
un mundo y un tormento

Tiempo

Sé que el pasado fue
Que el presente es
Y que el futuro, será
¿Y en la constancia?
Sólo Dios, ¿el amor?
Sólo la eternidad
Sólo...

viernes, 18 de abril de 2008

Camino a la Luna

El camino es viejo, tanto que ya ni recuerdo desde cuando está. Al final sé que está la luz, sé que está la Luna, lo sé, lo digo, lo escribo y lo veo. Creo que esa es mi motivación, lo que me impulsa a seguir. Si no estuviera la Luna al final, no estaría acá, hubiese caído hace mucho tiempo, y el fuego del Sol hubiese consumido mi ser. Ellos me ayudan, me sostienen cuando tropiezo, cuando me topo con una piedra. ¿Qué quiénes son? No hace falta que lo diga, lo saben, lo sé, con eso basta.
Pero el camino es viejo, y rebuscado, y al final se hace difícil.
Sería mejor volar, pero así perdería la gracia.

martes, 8 de abril de 2008

libre de corazón

La luna baja el telón
la noche me acaricia
el viento me eleva
la libertad se convierte en alas
el camino lleva a la luna
que sonríe como vos
y sopla con ternura
el secreto es el secreto
ámala

domingo, 6 de abril de 2008

Corto II

Silencio, una voz
Silencio, dos voces
Silencio, un grito
Vacío

lunes, 31 de marzo de 2008

corto I

Me devoran y hacen de mi carne
un rictus, una danza sagrada y pérfida
y duele

viernes, 28 de marzo de 2008

Edad, ¿sabe?

Sabia vieja sabe
que el saber no se sabe
de árbol sabedor se sale sabiendo
sabrían decir de la sabia vieja
sabe, ¿sabrás?

jueves, 27 de marzo de 2008

Des regards

Efímero fue el momento en que nuestras miradas se hicieron una, pero aquel instante fue para mi eterno, porque en él me vi reflejado en tus ojos, y te vi a ti mirándome y el mundo comenzó a girar a mi alrededor y me hundí en un éxtasis único e irrepetible y quise morir, haciendo inmortal el minuto en que tus ojos se posaron en los míos

domingo, 23 de marzo de 2008

Como la noche

Sentado sobre mi ventana
en mi perpetua vigilia
observé la noche oscura
y te vi en ella, en su locura

Te preguntarás por qué
y es por mil razones
que ni con palabras ni dibujos
entenderían los corazones

Como la noche, eterna,
porque eterna eres en tu hermosura,
en ella habitan mis ojos
perdidos y sin forma

Como la noche misteriosa,
difícil es entender tus deseos,
vastos e incontables
como las estrellas y nuestros cielos

Y así te irás tu mi musa
dueña de mi alma, palabras y mirada
en un barco hacia el cielo
en la noche tu, una intrusa

lunes, 17 de marzo de 2008

Historias y leyendas

De sombras y de males
En toda luz siempre hay
Una pizca de oscuridad malvada
Que la paz ha de alterar

En castillos y en los pueblos,
En posadas y en las granjas
Historias y leyendas
Las viejas suelen contar

¡Calabozos y dragones!
¡Arpías y hechiceros!
Ya a los niños siquiera
Pueden ellos asustar

Caballeros y princesas
Hasta el fin, encontraran
Una vieja que entienda
Su historia, para poder contar

domingo, 9 de marzo de 2008

en la habitación

Abrió la puerta bruscamente y entró a la habitación casi corriendo, el sudor cayéndole desde la frente hasta la nariz, ya sin importarle siquiera su aspecto o lo que sucedía alrededor. Podía oír, como un grito ajeno, el silbido de la tetera que hervía agua envuelta un fuego abrasador. Un poco más allá la cortina peleaba con el viento, en una discusión eterna sobre la entrada o no de la luz del sol a la gris habitación, que se lamentaba en un silencio sepulcral. En la esquina opuesta un televisor ya entrado en años hablaba en silencio con el teléfono, que reposaba a un costado sobre una cansada mesita de luz, hecha de roble y repasada con barniz.
–¿Qué sucede? –preguntó el perro, revolcándose en el suelo y sacando la lengua alegremente. Volvió su mirada y lo observó sorprendido. Estaba ahí, en la misma posición en que lo había dejado la noche anterior. Y sin embargo la puerta estaba rajada y alguien o algo le había roto una pata a la mesa ratona, la pobre lloraba a horrores. Una lagrima brotó de su único ojo, el otro lo había perdido en su viaje a Salta, todavía no recordaba cómo. El sudor y la pequeña lágrima se mezclaron sin problema alguno y surcaron su rostro lenta y tiernamente, mojándole suavemente los labios, ya resecos de tanto correr. De pronto un timbre agudo. –¿Pasó algo? –volvió a preguntar el can- se le nota preocupado –el animal se rascó la oreja frenéticamente –dígame, por favor, quiero saber, esto ha sido muy aburrido y solitario, el televisor perdió la voz y me quemé tratando de ayudar a la tetera, es muy terca, quiere hacer todo por su cuenta
–Yo... tú... el televisor –balbuceó tontamente, sin saber exactamente que decir. El viento y la cortina dejaron su discusión para observar la escena, era gracioso verlo ahí parado, con cara de idiota y la mirada perdida en los ojos blancos y fríos de la bestia
–Me lo imaginé –murmuró el perro rodando sobre la alfombra y moviendo la cola con alegría
–¿Qué te imaginaste?
–Esto, volviste por que tenías miedo –se levantó y se sentó sobre sus patas traseras –siempre lo haces, desde que te saqué de la perrera
Sonrió algo avergonzado y se dejó caer en un sillón. Tenía razón, pero las últimas semanas habían sido demasiado confusas. La cortina se abrió rezongando y una brisa llena de luz y vida inundó la habitación, dándole un aspecto más alegre. El perro se acercó y se recostó a sus pies, dejando que la voz del televisor volviera a escucharse y que la tetera callara su silbido tan molesto.
–¿Te suicidaste o no? –quiso saber el animal, mientras jugueteaba con los cordones nuevos de su zapato
–Tal vez –respondió cerrando los ojos y suspirando larga y tendidamente, ya olvidándose de las molestas conversaciones entre el teléfono y la cortina, el viento y la tetera, y el resto de los muebles que llenaban el lugar –me pareció hacerlo una o dos veces, pero tenía que volver, así que ya ahora no importa
Su respuesta fue un ladrido, y seguido a eso encendió un habano, inhalo el humo y lo dejó salir, acompañado de una pequeña tos molesta pero necesaria. Esa era la verdadera respuesta, lo que había estado buscando. La calidez, el olor, la compañía y la monotonía, otra vez, eran el eje de su vida

-FIN-

viernes, 7 de marzo de 2008

Y otro ciclo que comienza, y que termina

Ciclos que terminan, ciclos que empiezan.
Ciclos, ciclos que van y que vienen, como la vida, que en sí, es un ciclo (valga al redundancia, valga la repetición).

Hoy, arranca el final del primer ciclo de nuestras vidas, hoy arranca lo último que vamos a vivir juntos, la aventura final, termine bien o termine mal.
Hoy arrancamos el final de nuestras vidas como jóvenes, para que cuanto esto termine, seamos hombres, y mujeres, ya crecidos, ya maduros. No será fácil, estoy seguro, nunca nadie lo aseguró, pero sólo hay que poner un poco de voluntad, que así, todo se hace más llevadero, y no por ser difícil tiene que ser malo, al contrario, le apuesto mi alma al diablo de que será una experiencia inolvidable.

Suerte, compañeros... amigos... ¡hermanos!, tengamos un buen año

viernes, 29 de febrero de 2008

esperanza

Hay cosas que uno no puede creer..
Hay cosas que uno no quiere creer..

Hay cosas que a uno le cuesta aceptar, que se niega a creer que son verdad. Nos refugiamos en nosotros mismos, inventamos otra versión de los hechos, le buscamos la vuelta, las mil y un vueltas, hasta que llega un momento en que caemos, en que hacemos clic como si de repente todo fuera muy sencillo.

Simple y triste
Cruel, posiblemente injusto, pero al fin y al cabo, real

Así es, es real, y cuando nos damos cuenta de lo real que es, de lo vivo y real, es que caemos, como si se abriera un pozo a nuestros pies, un poso sin fin. Caemos, nos hundimos hasta que tocamos fondo, y ahí es cuando se empieza a subir, a veces rápido, a veces más lentamente, pero después de todo, terminamos subiendo.
Se lo dije a un amigo el otro día, se lo dijimos todos: uno se da cuenta de qué tan equivocado está mucho tiempo después de equivocarse. Y sí, puede ser que nos caigamos con la misma piedra dos veces, tres, cuatro, en incontables oportunidades, pero “errar es humano” y con los errores se aprende, ¿no?

Al final es cuestión de saber levantarse, de arriesgarse a continuar, y se apodera de nosotros una necesidad imperiosa de creer en algo, de tener Fe, ya sea en Dios, ya sea en el futuro, el destino o quizás en uno mismo.

Por eso, porque cuesta creer, porque cuesta volver a levantarse y porque hay que aferrarse a algo, yo les digo: ánimo, no perdamos la esperanza, que no todo está perdido

martes, 19 de febrero de 2008

Quiero velar por las almas
que gritan entre llantos y penas
en mares de miedo y mentira
La voz de la verdad y la risa
quedó atrapada en el lamento
de viejas ciudades del sur
Y el lobo austero sale de noche
vigila el bosque y los mares
de la ruina y la desolación

viernes, 8 de febrero de 2008

viajera

Una mujer se perdió
en el cosmos y el delirio
buscando las piezas
para el amor encontrar
en los laberintos
de la vida y el mar

miércoles, 6 de febrero de 2008

Kzios

Las hienas ríen
Los muertos bailan
Tu aullido es su canción

La noche te sigue
Desarma y sangra
En la muerte no hay amor

jueves, 31 de enero de 2008

el joven y el antiguo

Joven soñador:
Leo en un cansancio casi onírico, pero no quiero dormir. Siento un hambre y una sed inconmensurables, pero no hay qué la sacie. Sigo escuchando un silencioso violín sonar frenéticamente en algún lado, y la noche negra, abísmica y eterna me contempla, como quien contempla un retoño de brezo secarse. ¿Sentís la brisa nocturna?

Criatura antigua
Sí, me golpea casi tiernamente, como queriendo acariciarme a pesar de su brutalidad. Es extasiante, ¿no crees?

Joven soñador:
Muy anglosajona tu respuesta, digna de Sir Arthur Conan Doyle. Sí, creo en el testimonio de mis sentidos (todavía). Creo en contemplar el silencio negro del abismo estrellado y sentirme parte de su letanía. Creo...

Criatura antigua
Creo que a pesar del malestar que el manto que cubre del cielo sufre hoy, todavía vislumbro un atisbo de esperanza, como si se tratara de una estrella que lucha por atravesar el abismo de oscuridad que separa nuestro mundo del suyo. ¿La vez tu allí, asomándose tímidamente?

Joven soñador:
Digamos que no solo se ve con la vista, y tengo ahora los ojos cerrados. Digamos que quiero elevarme a los astros y sumergirme en su cosmos, nadar en su eternidad y amarla como dos adolescentes se aman en primavera. Digamos que por un momento la veo, ¿qué hacer?

Criatura antigua:
Nada, está fuera de tu alcance (y del mío). Es la guardiana de nuestra dulce y eterna vigilia. Contémplala hasta el hartazgo, aunque jamás lo alcances en vida.

Joven soñador:
¿Quién determina los alcances de un hombre en vida sino el hombre mismo? ¿Qué se atrevería a restringir el sueño de poder alcanzarla? ¿Qué clase de monstruo puede eculubrar frases de alabanza sin siquiera desearla secreta y salvajemente? No, no me rindo ante la adversidad, me incorporo y me siento. Libre y decidido.

Criatura antigua:
Solo un monstruo que lo es por haber tratado en vano de alcanzarla, amándola con una locura casi enferma. Solo una desquiciada y pobre criatura que sintió lo mismo que vos y no tuvo en quien contar, pero ahora, sabiendo de la naturaleza de tu sentimiento, te dice ‘Adelante, yo te señalaré el camino si no lo encuentras’.

Joven soñador:
Delightful, my friend. El temor y la ironía son meros fantasmas agusanados al lado del deseo que me impulsa. Obsérvame vivir y soñar y experimentar el sueño de los peatones y los inocentes, los jueces y los juzgados, ¡los Señores y los siervos! Obsérvame volar donde no se es y ser donde se debe volar.

Criatura antigua:
Serás puramente tu esencia, y a la vez, casi irónicamente, no serás nada. Volarás, pero tus pies no elevaran de esta tu tierra. Vivirás eternamente en un apogeo constante, haciendo y deshaciendo los susodichos embrollos ajenos, de tus prójimos. Serás la mano derecha y el cuerpo a la vez. Fé, compañero

Joven soñador:
Fé... invento, creación humana tan divertida y poderosa a la vez. Y quizás ella sea mi único refugio, y quizás no. Quizás exista un fiel que borre mis pasos, mis palabras, mis lenguas, mis ojos y mis manos, para que me extravíe en un viaje que no resultaría peligroso. Quizás ese seas tu, quizás sea hora de partir.

Criatura antigua:
O quizás no. Quizás ese fiel seas tu, cegado por la incertidumbre. Quizás cuando abras los ojos (si es que siguen cerrados), te des cuenta de que nuestra guardiana ya no está. O quizás no. Reitero, no, corrijo: no fe, Fé.

Joven soñador:
Prefiero la mudeza y la madurez de un silencio a estas horas y en estas latitudes a narrarte mi vieja, puesto que tu arremolinada lengua solo hará enredar mis palabras. Hasta la próxima, iluso, quizás puedas hacerte cazador de sueños algún día.

Criatura antigua:
¿Te vas por temor? Adiós, Viajero del Cosmos, porque lo eres (y no lo niegues). Velaré por ti en esta mi prisión, pues el Golem es quien soy. Hasta pronto