miércoles, 14 de mayo de 2008

sombras

Acostumbraba jugar con su sombra. Corría para un lado, para el otro, saltaba, rodaba y giraba, siempre tratando de ganarle la posición, de adelantarse un paso a ese espejo sin forma, sin color. Pero sabía que era inútil, por más que intentara, ella siempre se burlaba de él... excepto cuando dormía, claro está. Y es que entonces no había sombra, no había juego, no había forma, sólo la noche, a veces clara y calma, otras difusa y tormentosa, y el titilar de grillos que cantaban a su oído, llorando a gritos la soledad. Qué buscarían, en esa eterna cruzada de cantos, él no lo sabía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen posteo Grillo, que sigas inspirado!